30 de juliol del 2017

QUE TE VAYA COMO MERECES, DE GONZALO LEMA – PREMIO LH CONFIDENCIAL 2017

[Som Negra, 28 de julio de 2017]

Luis V


«Los perros vagabundos roncaban de hambre y sueño en su inmensa sombra. Blanco, inmóvil en la azotea, suspiraba con tanta poesía.»
Basta echar un vistazo desde el terrado del boliviano Edificio Uribe de Cochabamba para atestiguar lo inaguantable que sería la vida sin la muerte; desde esta atalaya, previa a su visita diaria a cada uno de los moradores del edificio, Santiago Blanco pasa revista al mundo. Las normas impuestas por los mortales no van con él y a los 57 años, ya retirado de la policía, cumple como portero del edificio al que ha llegado por los turbios intereses del Coronel Uribe, presunto propietario del mismo. Se trata de un inmueble peculiar y en él transcurre gran parte de esta obra, dando la sensación de vivir en una de las historietas gráficas del «13, Rue del Percebe», sin el ascensor y sin el chiste fácil, pero con sobrada ironía.
«El huevo no tenía sal. Tampoco salsa de tomate picado con cebolla. Estaba hecho sin amor.» «Muy difícil que Dios paseara por ahí habiendo playa y mar en otros lados.» «Todos chillaban. Hasta un perro con la pata atropellada.»
Sus inquilinos son personajes de lo más variopinto, (¿espejo del país?), y si bajáramos a la calle desde la octava planta nos iríamos encontrando con una mujer con alzhéimer que se pasa el día buscando a Dios entre las nubes, un burdel encubierto, un Hare Krishna con su correspondiente colgadura, una vidente compartiendo piso con el cadáver de uno de los albañiles que construyeron el edificio (emparedado en una de sus columnas), un dramaturgo con mucho teatro, una viuda negra con varios maridos en su currículo, un gordo que vive entre animales, y la farmacia de una farmacéutica que ha estudiado mucho pero que, medicamentos aparte, no se entera de lo que vale un peine. En la esquina de la acera de enfrente, junto al sauce llorón, está el quiosco de Gladis, la novia de Santiago, quien ha regresado a la ciudad para proponerle irse a vivir con ella a Tarija, aspecto que rondará la cabeza de Blanco durante toda la novela: «No podía morirse sin intentar ser feliz. Sería una mariconada.»
En Cochabamba la vida se vive con calma, demasiada; las cosas suceden cuando suceden, y nadie se extraña cuando esto pasa; siempre la misma sintonía inmisericorde; la normalidad no se ve alterada, te atropelle un tractor, te claven un puñal de monte mientras te entretienes viendo flotar una oveja muerta entre las aguas del río. Corrupción, secuestros, estafas, homicidios… la vida siempre fiel al mismo sinsentido, igual de estúpida, gobierne el indio de turno, lo haga Rita la cantadora.
«¿Y por qué no vendemos este país tan feo y compramos uno bonito junto al mar?»
En medio de esta impasibilidad, que nos acompañará durante toda la novela, el Abrelatas, un exmaleante que ahora curra de camarero, y que mantiene «amistad» con Santiago desde sus tiempos de guardia, le pide ayuda para encontrar el cadáver de su hijo, que ha sido robado de la morgue. La resolución del caso abre las puertas a nuevos personajes entre los que destacan la fiscal Margot Talavera (cuya obesidad la presupone portadora de un hígado que sacaría de la anemia a media África), Lindomar Preciado Angola, un negro del poblado afro-boliviano de Chicaloma, que si bien ya está presente desde el inicio de la novela su papel en la sombra irá tomando importancia a medida que se va clarificando lo sucedido, y el propio Gonzalo Lema«un abogado de ciudad tan falso y tan humo como un tonto billete de alasitas».
Que te vaya como mereces está escrita en tercera persona, con frases cortas, una novela rica en metáforas, y una auténtica borrachera de símiles. Es la quinta entrega donde aparece Santiago Blanco, siendo totalmente independiente de las anteriores. En ella, el aficionado a las novelas de la serie Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, encontrará gran afinidad con las de éste; ambos autores escogen como sede central de operaciones las ciudades donde han vivido, Barcelona y Cochabamba respectivamente, (en la presente novela, Gladis emplaza a Santiago para una nueva vida en Tarija, ciudad natal de Gonzalo Lema, lo que hace predecir que pueda transcurrir allí la siguiente entrega); Pepe Carvalho y Santiago Blanco, guardan muchas similitudes: ambos son investigadores (uno trabajó en la CIA y otro en la policía), retratan la situación de un país, se identifican con un partido político, están separados de sus mujeres, aman la gastronomía (Santiago Blanco es más de batalla), la bebida y las mujeres; sus novias, Charo y Gladis, han compartido oficio, y si bien uno quema libros, el otro no se corta en limpiarse el culo con los semanales culturales de los periódicos.
Que te vaya como mereces fue una las seis finalistas seleccionadas en la 73 edición del Premio Nadal, recibiendo a la postre el Premio Internacional de Novela Negra, L´H CONFIDENCIAL 2017.
«Lindomar entendió el mensaje. El país no era feo, Negro. Era bello. Y la sociedad, lo que era, más que fea, mugre. Eso lo sabían ellos que eran policías, y de investigación. Su duro oficio los obligaba a mirar la pirámide social desde el mismo cimiento. Desde el sótano. Y podían dar fe de tanta miseria humana. Y cuanto más la ascendían, más mugre. Más cadáveres. Más rapiña. Más limpio el cuello, más sospecha.»



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