30 de març del 2017

Que te vaya como mereces

[El Placer de la Lectura, 29 de marzo de 2017]


Es esta una novela policial, de investigación, con un tal Santiago Blanco de protagonista. Exinvestigador de la policía retirado, malvive como portero del Edificio Uribe. Ocho pisos y multitud de apartamentos con gente dispar viviendo en ellos junto a una farmacia en el bajo. Una especie de 13 Rue del Percebe de Cochabamba (Bolivia) en pleno 2015.

Abrelatas era un delincuente al que le tomó afecto Blanco. Ahora es un camarero de dientes podridos y encías inflamadas. Su nuevo oficio lo ha ablandado del todo. Expolicía y exdelincuente se aprecian, al fin y al cabo “ambos oficios son primos hermanos”.  Al Abrelatas le han matado al hijo. Estaba comenzando sus primeras experiencias como ladrón. Era autista. “Me lo han asfixiado con una cuerda y una bolsa de basura.”, clama Abrelatas. Pero eso no es todo “me lo han robado de la morgue mientras yo buscaba la lana para el cajón.”  Santiago Blanco se conduele de la desgracia de su amigo y comienza a investigar. De pronto se halla inmerso en un caso nacional que amenaza la integridad territorial de Bolivia y al cuerpo de seguridad patrio. Al mismo tiempo, Blanco tiene una lucha interna de sentimientos que le mantiene en vilo hasta tomar una decisión definitiva.

Este es el quinto libro que Gonzalo Lema escribe sobre su personaje Santiago Blanco. Hasta ahora se ha publicado una novela “Dime contra quién disparo” así como tres libros de cuentos: “Un hombre sentimental”, “Fue por tu amor, María” y “La reina del café y otros cuentos policiales”. Santiago Blanco tiene la misma edad que Gonzalo Lema, su autor, 57 años. Lema comenzó la saga cuando Blanco tenía 31 años y ha ido avanzado y madurando a la vez que él. Tras multitud de vicisitudes que incluyen el vivir debajo de un puente, Santiago Blanco parece destinado a un eterno retorno y su resurrección forzosa es la clave de esta novela. Blanco anda huyendo de su destino pero no encuentra sosiego; vuelve una y otra vez a las andadas, a pesar de que su creador alguna vez tuvo la osadía de jubilarlo.

Ganadora de la XI edición del Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial, el jurado ha valorado el “reflejo que el autor hace de la realidad socio-política boliviana, que sumerge al lector en la dura realidad cotidiana de Cochabamba mediante una amalgama de personajes excéntricos y perdedores”. Una crítica brutal a los estamentos de poder bolivianos que tiene como referente la corrupción de todo lo público empapando y fomentando lo privado.

El personaje: Santiago Blanco

Su creador dice de él que es “un hombre sentimental” y un “solitario meditabundo”. Con 57 años a sus espaldas es un sabueso de vocación con la ética de un futbolista. No en vano Gonzalo Lema se basó en la personalidad de un árbitro que conoció para crearlo. Está divorciado de Marilú, una falsa rubia con la que estuvo casado durante una semana. Ahora anda enamoriscado de Soledad, exprostituta que le da silpanchos fiados y que ahora se llama Gladis. Regenta un pequeño kiosko de comidas enfrente del Edificio Uribe en el que trabaja Blanco.

Su alimentación ocupa bastante espacio de esta obra dado que es una de las cosas más importantes del investigador. Glotón de comida criolla anda siempre buscando nuevos lugares donde saciar su voraz apetito. Pero nunca obedece a ninguna  norma coherente. Básicamente (nunca mejor dicho) come cuando le apetece, duerme cuando le queda tiempo y echa un polvo siempre que se le pone alguien a tiro. No le importa tanto su relación con Gladys como para no liarse con la fiscal Margot Talavera de la morgue con su obesidad mórbida o como para hacerle ascos a la chilena del clande experta en masajes con final feliz.

Es aficionado a los suplementos literarios, los cuales corta en trozos para limpiarse el culo, sobre todo las páginas de escritores que desdeñan a su país.

Mantiene pocas amistades que desaparecen con la misma facilidad con la que aparecieron. Lo mismo le pasa con el dinero, ya que si bien Blanco le da una gran importancia a la hora de fijar tarifas y realizar cobros, su gran prodigalidad cuando llega el momento de gastarlo, lo deja continuamente al borde de la pobreza. Irregular, errante, incorruptible en lo que se refiere a su particular ética, es un personaje que parece siempre atrapado en una constante e interminable caída sin nada a lo que aferrarse.

El Edificio Uribe

El Edificio Uribe donde trabaja Santiago Blanco no debería existir. En los archivos municipales no consta ningún papel de este magnífico edificio. No hay ni una solicitud de construcción. Menos un plano. Lo que es peor, el terreno está a nombre de un señor muerto hace muchos años. Sin embargo existe gracias al que le da su nombre, el coronel Uribe, quien lo construyó sin licencia para alquilar los apartamentos a la fauna social boliviana más selecta.

En el octavo vive una viejecita animosa dueña de un telescopio. Con él anda todo el día buscando a Dios entre las nubes. Tiene demencia senil y a veces no abre la puerta porque no sabe localizarla. El séptimo está ocupado por un prostíbulo clandestino. El hare krishna del sexto tiene la cabeza rapada y un mechón olvidado en la nuca, un camisón anaranjado y sandalias. En el quinto está emparedado en una columna un albañil caído del andamio en las obras al que todo el mundo cree desaparecido. Junto a él se abre la casa de la vidente señora Lobo, no hay mejor lugar, claro. El cuarto se haya habitado por un dramaturgo en constante ensayo de sus obras. Al tercero se muda la querida del coronel Uribe, una viuda negra que jugará un papel destacado en la trama. En el segundo un gordo bonachón cría animales: tres gatos, una víbora, un loro, un perro, varios canarios y una tortuga que amenazan con invadir el edificio. Más abajo solo queda la farmacia de la bella señorita Margarita siempre dispuesta a buscar marido. Santiago Blanco no es un buen portero, conserje, guardés o como quiera llamársele pero se gana la confianza de todos los inquilinos. Los avatares de la portería no le roban el ánimo ni el tiempo para continuar con su investigación. Apoyado en la azotea sobre alguna de las letras del nombre del constructor, Blanco suele llorar recordando su pasado y pensando en su Gladys.

La Bolivia de 2015

La novela negra existencialmente siempre ha estado al servicio de la crítica social, mostrando un realismo vetado en los periódicos que se destapaba a través de la ficción.  Según Gonzalo Lema “La novela negra es un verdadero bisturí”. Con él el autor ha diseccionado la realidad de Bolivia mostrándonos sus vísceras en esta obra.

Gonzalo Lema retrata la sociedad boliviana con un realismo casi catastrófico. Edificios enteros construidos sin licencia, tugurios de comida refrita sin el más mínimo concepto de higiene, ríos convertidos en alcantarillas, policías torturadores, poderes que tapan las miserias con más muertos o más dinero, carteristas en cada esquina, lupanares en cualquier comunidad, morgues con muertos que nadie reclama e infinidad de miserias que son el caldo de cultivo de personajes como Santiago Blanco y otros millones de seres que parecen abocados a no tener futuro. Sin embargo la esperanza brilla, al igual que con el expolicía, siempre hay pequeñas alegrías que nos hacer creer que nos espera un futuro mejor, al menos eso es lo que buscan él y su Gladys.

La Literatura boliviana actual

Gonzalo Lema nació en Tarija pero es de Cochabamba. Ejerció la abogacía y otros  ámbitos del servicio público en La Paz. Su contacto con la despiadada burocracia de allí le hizo aprender a esquivar y regatear golpes y zancadillas del día a día. Volvió pronto a su Cochabamba de adopción y crecimiento donde se refugia ahora en el sueño dorado del lector-escritor retirado. El autor, Premio Nacional de Novela en 1998 y finalista del certamen Casa de las Américas en 1993 es uno de los más destacados narradores actuales de Bolivia.

La población boliviana, compuesta en su mayoría por indígenas y mestizos, ha enriquecido la literatura con muchos matices, criollos o de otra índole, para convertirla en lo que apreciamos en la actualidad: una literatura muy rica, oriunda de las tierras bajas, de los valles y de los Andes bolivianos con un sustrato de de cuentos y relatos, de historias orales puestas por escrito que rezuma las vivencias de sus habitantes.

Entre los más conocidos autores bolivianos actuales destacamos a  Edmundo Paz Soldán, paisano de Gonzalo Lema, novelista y cuentista de renombre con más de una veintena de libros publicados, quien además ejerce de colaborador en numerosos diarios.  Giovanna Rivero es otra afamada cuentista boliviana cuyos  relatos han sido incluidos en numerosas antologías publicadas tanto en EE.UU. como en Latinoamérica. Por último Rodrigo Hasbún es un escritor y guionista boliviano de ascendencia palestina, elegido en 2010 por la revista británica Granta entre los 22 mejores escritores de lengua española menores de 35 años.

De entre ellos es Gonzalo Lema con su residencia dentro de Bolivia quien sabe mantener el pulso de la actualidad boliviana, la sensación de su día a día tal como se plasma en las andanzas de Santiago Blanco a lo largo de casi tres décadas de narrar sus peripecias.

La novela

Santiago Blanco es un mar de dudas. Incómodo en su papel de conserje del Edificio Uribe malvive buscando algo que le dé sentido a su existencia más allá de comer y transpirar. Siente la obligación de ayudar al Abrelatas a saber qué le pasó a su hijo. Más bien, qué le paso al cadáver de su hijo, pues el exdelincuente parece haber aceptado la muerte de su vástago como pago por sus pendencias, pero no puede soportar que encima le roben su cuerpo.

Blanco usará al que fuera su ayudante en los remotos y duros tiempos de la policía nacional: el negro Lindomar Preciado Angola, para investigar lo sucedido en Chicaloma, la ciudad donde parece estar la clave. Pero la detención de su acólito retrasará sus pesquisas.

Mientras se resuelve el problema Blanco tiene que enfrentarse a la invitación de Gladys para que se marche con ella a Villamontes y deje para siempre las investigaciones y Cochabamba. El sentido de la responsabilidad obligará a Santiago Blanco a resolver la desaparición del hijo del abrelatas antes de tomar su decisión personal.

Entre lluvias torrenciales, montones de comida criolla, cervezas, gaseosas y cuerpos sudorosos, la determinación de Blanco dará todos los tumbos posibles para zanjar su ultimo (?) caso antes de iniciar un nuevo futuro.

Gonzalo Lema ha escrito una novela policíaca atractiva para el lector europeo, con un castellano que lo introduce en un mundo que desconoce. Con una realidad -la de Cochabamba- de una dimensión casi de realismo mágico, una atmósfera densa y podrida de corruptelas servidas como plato único. En la que brilla su modo de ver la amistad, la lealtad y la justicia en los ojos de Santiago Blanco como lo hace en las páginas de los mejores investigadores como Marlowe o el más reciente Quirke.

Sin duda una novela negra especial que ha conseguido alzarse con el Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial en su undécima edición.





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