14 de desembre del 2016

La amiga de la señora Maigret, de Georges Simenon


Georges Simenon. La amiga de la señora Maigret. Traducción de F. Cañameras. Barcelona: Aymá, 1952 (Albor: Maigret en acción; 29)

La amiga de la señora Maigret es una obra reciente de Georges Simenon, jugosa, fresca, de complicada intriga, pero de clara y humanísima exposición. La obra comienza con un hecho escalofriante que Maigret llega a conocer a través de un anónimo. Una mañana apareció en el buzón de la Policía Judicial del "Quai des Orfèvres" un ruin pedazo de papel de embalaje en el que había escrito: "El encuadernador de la calle de Turena ha quemado un cadáver en la estufa".

En principio, incluso el propio Comisario Maigret juzga el misterioso mensaje como una vulgar patraña de algún desequilibrado. No obstante, Maigret, precavido, envia al cabo Lucas a la calle de Turena y éste comprueba efectivamente que el anónimo responde a la verdad, en el fondo de la estufa, tamizando las cenizas, había descubierto dos dientes; dos dientes humanos que llevó enseguida al laboratorio.

Inmediatamente Maigret pone en juego su formidable máquina policíaca. Empieza a descubrir cosas insólitas, cosas increíbles. Cierto, un muerto ha sido quemado. El calorífero de Frans Steuvens --así se llama el encuadernador--, apagado en los últimos días, funcionó en un día determinado muchas horas, toda la noche. El hombre hizo por lo menos cinco viajes al patio para llevar las cenizas a los cubos de basura.

¿Eso es todo en La amiga de la señora Maigret? No. La obra posee un interés tan vivo, tan frenético a veces, que arrastra al lector, que lee la obra de cabo a rabo, admirado una vez más de las dotes narrativas de Simenon, creador de un mundo donde sólo brillan unas lucecitas piadosas y paternales: los ojos del Comisario Maigret.



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