12 de març del 2015

Hipotermia, de Arnaldur Indridason

[Globedia, 12 de marzo de 2015]


Indridason era una de mis asignaturas pendientes de hace tiempo, el islandés ha sido bastante premiado (La llave de cristal, el Martin Beck Award, el Golden Dagger, el Premio de la Crítica Francesa y el Premio RBA de Novela Negra) y yo tenía mucha curiosidad por leer alguna novela ambientada enIslandia. Su mujer de verde ha calado entre los lectores y la serie del inspector Erlendur Sveinsson parece que tiene seguidores fieles. Y aunque nunca es bueno empezar una serie por el último que se ha escrito... hay que ponerle emoción a la vida.
En HipotermiaIndridason nos cuenta cómo el sargento de la policía de Reikiavik,Erlendur Sveinsson investiga un poco por libre tres casos distintos. Al parecer no hay mucha faena en la comisaría y el sargento puede dedicar su tiempo a investigar casos que, en otro momento, habría que dar por cerrados.
El primero de ellos es un suicidio; María, una mujer de mediana edad casada y sin hijos, ha aparecido colgada en su residencia de verano. El bungaló está a orillas de un lago y la familia de María lo tiene desde que ésta era una niña. El comisario está convencido de que la mujer se ha quitado la vida, pero conmovido al conocer su pasado, decide intentar entender que ha llevado a una mujer tan joven a suicidarse.
Los otros dos casos que investiga Erlenduroff de record, son dos desapariciones ocurridas hace más de treinta años, un chico por un lado y una chica por otro, de los cuales de un día para otro nunca más se supo. El padre del chico, un octogenario a las puertas de la muerte, sigue visitando a Erlendur con la esperanza de que éste le dé algún día una noticia sobre el paradero de su hijo.
Y no hay mucho más. Hipotermia es entretenida, se lee con una facilidad pasmosa y está escrita con mucho oficio, no busquéis mucho más. Los nórdicos no son lo mío, salvo Nesbö, no suelo acercarme a ninguno, y ahora recuerdo porqué. Indridason es frío, su narración es distante, sin chispa, monocorde, sin vida, igual que sus personajes, todos ellos vacíos, grises, tristes, parece que todos y cada uno aguanten el peso del mundo, empezando por el comisario. Puedo entender que Indridason quiera ese carácter en sus personajes, quizá hasta en el ambiente; una carga sobre todos ellos, representar un país como Islandia, sumido en la oscuridad, en el frío. Pero no comulgo con ese estilo de narrar desposeído de calidez, de cualquier calidez, sin alma.
Hipotermia no me ha transmitido nada, ni siquiera tristeza, porque hasta en eso hay que poner sentimiento. Es curioso, porque uno se siente cómodo leyendo la novela, es fácilmente disfrutable, pero he tenido la sensación de que el texto era plano, de que el autor dictaba y no escribía. Además no he empatizado con ningún personaje, pero eso es fácil porque aparecen muy desdibujados, y creo que eso es parte del estilo de Indridason, de esa manera parca de escribir, casi reservada.
Para mi Indridason ha sido una experiencia extraña, por un lado no me ha disgustado, es entretenido, pero por otro, no creo que repita, a un libro le pido mucho más, mucha más fuerza, mucho más contenido, una trama que no se apoye en las casualidades -aquí dos sub tramas se resuelven un poco en la cuerda floja- pido que me haga vibrar, enfadar, sonreír, algo, y Indridason conmigo no lo consigue. Entiendo que a mucha gente le pueda gustar, incluso maravillar esa cadencia con la que escribe el islandés, esa desesperanza un poco rebajada que desprende, ese aura un poco triste, pero yo soy un chico de barrio, y en el género criminal me gusta la acción, la sangre y el sexo. Normalmente.
Hipotermia no es una mala novela, creo que Indridason es un tipo peculiar, con un estilo muy personal, con unos lectores bastante concretos, entre los que no me encuentro.
Hace pocos días que he reformado una habitación de mi casa. Lo que era una de las habitaciones de los niños ha pasado a ser un despacho-biblioteca-zona de estudio. La he pintado de gris claro y gris oscuro. Estoy escribiendo esto en esta nueva habitación. Huele a pintura, hay eco y hace frío. La estancia no desprende vida, no está vivida, es impersonal, fría, no la reconozco. Pero me gusta. Hay que llenarla de recuerdos, de momentos, de calidez, de presencia.
Hipotermia
Arnaldur Indridason
RBA Serie Negra 2015
343 páginas.



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