19 d’agost del 2014

David Goodis

[Luz Cultural, 19 de agosto de 2014]

Francisco Vélez Nieto

Amb Bacall i Bogart

El mismo día de iniciar esta crónica negra veraniega me llega el disparo invisible, triste y a la vez nostálgico, de la muerte de Lauren Bacall. Me disponía a iniciar la escritura relativa la novela Disparen sobre el pianista del escritor David Goodis. Toda una carambola, esta crónica coincidente de una de las mejores novelas del autor de su rica gavilla de títulos con éxito como Dark Passage (1947, La senda tenebrosa) publicada por capítulos en la revista The Saturday Evening Post, editada por Julian Messner y pocos meses después Warner Bros la adaptó al cine de la mano del director Delmer Daves, interpretada por la mítica pareja formada por  Humphrey Bogart y Lauren Bacall como figuras estelares. Hoy todo un clásico del cine negro.
David Goodis (FiladelfiaPensilvaniaEstados Unidos  1917 – 7 de enero de 1967), fue un escritor estadounidense de de novela negra multitudinario y excitante en los temas. Nació en el seno de una familia judía en FiladelfiaPensilvania. Graduado en 1938 en periodismo. Trabajando como publicitario empezó a escribi1-4754-2-tir su primera narración, Retreat from Oblivion. Tras ser publicada por Dutton en 1939, Goodis se trasladó a Nueva York, donde escribió bajo numerosos seudónimos para revistas pulp como Battle Birds, Daredevil Aces, Dime Mystery, Horror Stories, Terror Tales, y Western Tales, a veces llegando a producir unas 10.000 palabras diarias. Según ciertas fuentes, durante un período de cinco años y medio, llegó a producir cinco millones de palabras para las revistas pulp.
El Harriet´s Hut lugar y centro de esta historia, era un establecimiento amplio de techos altos y donde se respiraba un ambiente de treinta años atrás, nada de tocadiscos o televisión, solo al fondo en un rincón del local, como perdido, cercano a las cajas de botellas de cerveza, se podía ver un viejo piano y en el taburete giratorio, frente al teclado sentado, “ligeramente agachado con una leve y vacía sonrisa en los labios no dirigida a nada ni a nadie en particular”. No otro que Eddie Webster con el eterno cigarrillo sostenido con los  labios, Y si el lector lee con detenimiento, da la impresión de que toca para si mismo componiendo como si fuera un solitario ausente, sin embargo, si de improviso dejara de tocar, el ruido ensordedor de conversaciones cruzadas entre ese público compuesto por trabajadores de las fábricas cercanas, dirigirían sus miradas hacía el rincón donde estaba el piano para gritar ¿Qué sucede?,  ¡Eddie, toca!
Eddie resulta ser un perdedor nato, el marginado que ha elegido un refugio entre cajas de cervezas y el denso humo del tabaco que provoca el público gritón y bebedor  en abundancia. Él está ensimismado y en su mente tiene fija esta frase “Nada vale la pena”, pero si la valió un día, durante un tiempo cuando atrás había dejado una prometedora carrera como concertista, una preciosa esposa y una vida llena d proyectos e ilusiones. Pero el destino a veces nos  la juega. Y ahora su hermano Turley jadeando se le acerca al piano todo maltrecho y herido pidiéndole protección. Lo persiguen dos tipos implacables bien vestidos y dispuestos a ventilar el ajuste de cuentas  por un asunto de dinero, que junto con otro hermano de Eddie, el mayor, según parece se han escapado los dos con toda la pasta ganada no limpiamente.
1-4754-2-tipAquí la historia inicia la andadura y se ensancha hasta convertirse en una novela de culto, esas que el buen lector cuando llega al final impregnado de honda emoción y devoción, ante el placer y regusto que le ha dejado esta auténtica novela de la serie negra, se le despiertan las ganas de volverla a leerla pese a que toda la trama se le ha quedado grabada en la mente. A los personajes ya aparecidos se van sumando nuevos, todos perdedores, la camarera que le pide hasta que cobre, esa noche a Eddie  medio dólar para una cena que le cuesta cuarenta y cinco centavos, por los que le sobran cinco para un café. Es el principio de algo más que un acercamiento. Como el de la contorsionista profesional de un tiempo venida a menos por un accidente, ahora prostituta a tres dólares el servicio, que es compañera de pensión del pianista al que aprecia y conversa  en la soledad nocturna.
Así va granando la historia altura y emoción, solidaridad y pasión con este  trío de derrotados  capaces de jugárselo todo el uno por el otro. Y así lo muestran corriendo mortales peligros. Todo o nada, pues la nada de  la nada ya la tienen, pero también poseen una  humanidad, capaz de provocar un sentimiento solidario con pátina de tristeza en el lector hasta estimularle un sentimiento solidario de compañerismo por los peligros que corre este trío de ases concientes de que “nada vale la pena” Pero que llegado ese momento solidario de la verdad nos demuestra la forma y poder de ser superada. Una aventura, tierna, triste y prodigiosa. Al final, que no les cuento, Eddie volverá al tugurio a dar vida al piano con melodías sin nombres, porque  solo el sabe que siempre, cuando todo parce perdido algo merece la pena si el amor solidario palpita, un gesto, una caricia, la mueca de una sonrisa que se quedan para él y las teclas del piano.









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