En un almacén abandonado al lado del río Támesis, un vigilante descubre cinco bolsas de plástico llenas de restos humanos. El problema es que es imposible identificar a quién pertenecen: el cuerpo de la víctima ha sido descuartizado y cocido durante tantas horas que no le quedan ni huellas dactilares. El asesino, de paso, le ha arrancado la mandíbula.
El caso pasa directamente a la A14, el departamento de Muertes Inexplicadas, donde nuestro sargento sin nombre se dedicará a demostrar quién ha sido capaz de cometer semejante atrocidad, sorteando como siempre a los escándalos políticos, unos jefes incomprensivos e inflexibles y los fantasmas de su pasado.
Igual que en Murió con los ojos abiertos, la magia de la obra de Raymond no consiste en jugar con el lector a "a ver si adivináis quién ha sido", sino en ir recogiendo las pruebas y por tanto, las vidas de la víctima y del asesino y su mundo, de describir el horror con su habitual belleza sin refinar y con un sentido del humor negro, implacable y muy, muy ingenioso.
0 comentaris:
Publica un comentari a l'entrada